Martes Dry – El tiempo se ha detenido – 1959 – Ermanno Olmi – 83′ – Italia
Ermanno Olmi sigue siendo uno de esos eslabones del cine pretérito cuya rebeldía y ausencia de etiquetas continúan dando guerra después de más de cincuenta años de inmaculada carrera cinematográfica.
El cine de Olmi captó desde el primer fotograma la idiosincrasia de un genio que siempre se mantuvo en la retaguardia ajeno a los flashes de la fama y la aclamación popular, incluso someramente olvidado por esa crítica más interesada en exaltar en sus papeles a esas figuras garantes de ventas y polémicas. Sin duda Olmi fue y es un maestro de talante profundamente humanista seguidor de la filosofía de la resistencia a las injusticias siempre con la humildad presente por bandera.
Para los que amamos profundamente el cine puro carente de impurezas e imposturas, el autor de El árbol de los zuecos sigue siendo una referencia en la que se percibe esa fidelidad al cine naturalista y humano que empapó el talante del de Bérgamo en su más tierna adolescencia, un cine ajeno a modas y corrientes cinematográficas, únicamente adscrito al carácter íntimo y personal de un aspirador de la esencia de la vida sin miedo a dibujar en su lienzo la oscuridad, miseria y melancolía que ha dominado la existencia desde épocas inmemoriales, pero también de lanzar un canto en favor de la sencillez, las virtudes de lo primitivo y las luces que alumbran el espíritu humano sin miedo a padecer calumnias de sus contemporáneos respecto a ese aura pretérita que desprende su cine.
Y es que Olmi siempre ha estado de moda precisamente por su renuncia a formulismos y rígidos protocolos cinematográficos, hecho que ha prolongado en el tiempo una trayectoria impecable que es un gusto poder contemplar desde sus tempranos inicios.
Así, hemos decidido reseñar la ópera prima de este auténtico tótem del cine de arte y ensayo europeo, producida allá por el año 1.959 cuyo título resulta toda una declaración de intenciones respecto a lo que iba a convertirse el curriculum de un artista de lo esencial: Il tempo si è fermato. Y es que para los que hayan acudido fielmente a su cita con Ermanno Olmi esta cinta primogénita les resultará más que familiar ya que ese gusto por la sencillez, la naturalidad, la aparente ausencia de trama melodramática, esa lucha del ser humano aislado de la civilización en un entorno hostil y primitivo o esa mirada recóndita acerca de lo complejo que resulta la derivada que establece las relaciones humanas fueron las semillas que empleó el autor de I fidanzati para cultivar su maravilloso debut cinematográfico.
Rubén Redondo (Cine Maldito)